Muchos días nos levantamos tristes y cansados,
si el tiempo es gris nos ponemos a juego,
si es soleado gruñimos
porque olvidamos las gafas de sol en casa.
Estamos con ese estado de ánimo
quasi pre-depresivo esperando una motivación externa
para salir del pozo.
Pero y si lo importante no fuese lo de fuera,
sino lo de dentro.
¿Por qué no decidimos que hoy sea un gran día
y vivimos conforme a esa decisión?
Y si llueve agradecemos la lluvia
y si hace sol dejamos que nos caliente durante un rato,
tibio sobre esta piel nuestra tan cubierta en otoño.
Vivir un día perfecto tiene que ser algo buscado
y nuestro plan se cumplirá,
sin importar que lo accidental,
lo cambiante nos lo ponga difícil.
Nuestro diario devenir será dichoso
si salimos del cotidiano afán
y miramos hacia dentro,
hacia arriba y
hacia afuera,
si meditamos,
si nuestra alma planea,
flota en el ahora
y si intentamos que los otros sean más felices.
El egoismo,
el orgullo,
la vanidad,
la cobardía
y la pereza
matan la llamita de felicidad
que llevamos al templo.
Si eres un yoista-narcisista
que vive en el bunker de sus firmes convicciones,
es posible que consideres mi propuesta
como algo un poco tonto
y simplón ,
pero eso no hace que para mí,
funcione peor.
Cada vez que leas el título tienes que saber que es irónico. Con más edad y con más talla/peso te conviertes en invisible. ¿Acaso importa? Yo quiero seguir siendo feliz, sintiéndome bien en mi piel, haciendo las cosas que me gustan, siendo un poco exhibicionista.
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